Una carta para papá

"Creo que en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en momentos extraños, cuando no están tratando de enseñarnos. Estamos formados por pequeños trozos de sabiduría."

A veces, la vida nos pone en situaciones que no podemos controlar. Perder a alguien que amamos nos obliga a redescubrir el significado de la existencia y a encontrar maneras de seguir adelante.

Si un día decides irte, papá,
quiero que lo hagas con el corazón libre.
Libre de remordimientos, de dudas, de cargas.
Porque sé que lo diste todo.
Te levantaste cada día,
enfrentando el vacío que dejó el amor de tu vida.
Luchaste contra el peso de la ausencia,
y aun así, encontraste la fuerza para seguir.

Admiro tu capacidad de reconstruir la vida
cuando parecía haberse detenido.
Esa valentía tuya, papá,
es un ejemplo de lo que significa el amor:
seguir adelante, incluso cuando todo duele,
y darle significado a lo que quedó.

Entender que la vida es un camino
donde no siempre tenemos compañía,
donde los días pueden ser crueles, solitarios,
y, de vez en cuando, espectaculares,
es una lección que tú me has enseñado.
Y en ese camino, las personas que están a nuestro lado
se convierten en cómplices de vida.

Pero también me has mostrado otra verdad.
Nadie nos pertenece.
Ni siquiera quienes más amamos.
Somos viajeros,
parte del mundo, del universo,
de algo mucho más grande que nosotros mismos.
Y por eso, si algún día decides ir por ella,
quiero que sepas que acepto tu decisión,
aunque el vacío que dejes sea inmenso.

Te dejo ir, no porque quiera,
si no porque entiendo que tu esencia es libre,
que no me pertenece,
que eres un espíritu destinado a trascender.
Y sé que ella, mamá,
te está esperando.
Con los brazos abiertos,
lista para ser tu cómplice una vez más,
en este viaje infinito que llamamos vida.

Este texto es mi forma de recordarte que siempre serás un ejemplo para mí. Seguirás enseñándome lo que significa vivir, amar y dejar ir.